¡Oh Amados hijos!, Yo los llevo en mi Inmaculado Corazón, y los invito con mis caricias maternales a amar a Jesús a quien tanto ama mi corazón.

Confíen en su dulce Madre y verán que pronto las gracias misericordiosas de mi amado Hijo se derramará en sus corazones.

Mi amor se desborda de gratitud porque han dado respuesta a mi llamado de amor.

No se preocupen por lo que vendrá, pues yo les llevo en mi corazón, y bajo mi manto se cobijarán en tiempos de angustia.

Aprendan a ser verdaderamente uno.

¡Alabado sea Jesús, en el Santísimo Sacramento!

Yo soy tu tierna Madre, dulce cordero, y escucharé siempre tus plegarias, ve y anuncia sin temor alguno que mi triunfo se acerca.

Reposa de tus trabajos y trae las oraciones que en tu corazón han depositado.

Recuerda y no olvides que en cada momento te acompaño, Yo soy tu Madre Celestial.

Amén Jesús.

Tierra de grandes gracias es ésta, preparada de antemano por la Providencia.

Escuchen el llamado de su Madre Celestial, la Virgen Blanca.