Están viviendo un Tiempo de Misericordia, es importante que no dejen pasar ni un solo instante para implorar al Padre clemencia para ustedes.
Recurran a mi Madre, quien les ama tiernamente, y que sin cesar ruega para que este tiempo se alargue y así tengan oportunidad de enmendar sus vidas.
Únanse en oración y supliquen que el amor de mi Padre Celestial se derrame en el mundo entero, ¡No teman Yo estoy con ustedes!
Pero si no son capaces de comprender la gran responsabilidad que tienen de orar y reparar por el mal hecho, ¿qué puedo hacer?, si ustedes son los que se empeñan en su misma condenación.
Todo es posible para el que cree, crean pues sin miedo y con plena confianza en mi Amante Corazón y verán como habrá un poco más de tiempo.
Una vez que este tiempo finalice no tendrán día de descanso ni reposo, pues los cielos se abrirán y conocerán el rigor de la justicia, miren que Yo mismo les he prevenido.
He visto el cielo oscuro y una especie de rayo que parecía partirlo por la mitad, y de esa abertura, inmensas bolas de fuego parecían caer del cielo a la tierra, pero antes que éstas llegaran, parecían ser detenidas en el aire, no sabía que es lo que estaba sucediendo, así que le pregunté al Señor (en ese momento no veía a Jesús, sólo le escuchaba):
Señor Mío, ¿qué significa esto?
Te he mostrado la ira de mi Padre por tantas faltas que en el mundo está cometiendo la humanidad.
¿Qué quieren decir las grandes bolas de fuego?
No significan nada, son una realidad; has visto lo que sucederá si no se convierten de todo corazón, hacen penitencia y reparan por las faltas del mundo entero.
¿Me dices amado mío que en verdad caerá fuego del cielo?
¿Acaso dudas de las Escrituras? Caerá fuego del cielo, a la vez que fuego de las entrañas de la tierra saldrá. Cuando hablo de fuego, no lo hago en forma simbólica sino real.
Señor mío, ¿por qué las bolas de fuego no llegan a la tierra?
Porque se ha alcanzado un Tiempo de Misericordia, y de ustedes depende que éste se alargue o finalice.
Al decir que de nosotros depende que se alargue el Tiempo de Misericordia ¿te refieres a toda la humanidad?
¡Mira, te mostraré!
Pude ver que millones de ángeles eran los que detenían el fuego que caía del cielo, pero los ángeles salían de una Iglesia que estaba en ruinas, me acerqué a la Iglesia que estaba casi destruida y pude observar que el altar estaba inmaculado y un gran mantel blanquísimo lo cubría casi hasta llegar al suelo.
Una inmensa custodia guardaba a la Eucaristía, de la cual salían rayos de luz blanquísima, y cada rayo se transformaba en un ángel que velozmente volaba al cielo para impedir que una bola de fuego cayera a la tierra.
De frente al altar, una Mujer estaba de rodillas, no la pude ver de frente sólo de perfil, era nuestra Madre Santísima, su vestido era azul, y su manto blanco, llevaba un rosario en las manos y movía los labios como si estuviera orando. De cada perla del rosario que la Virgen Santísima rezaba, luces doradas llegaban hasta la Eucaristía expuesta en la custodia.